lunes, 19 de octubre de 2020

Genesis 50 ¨Sepultura de Yacob

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Yacob ya no volvió a regresar a la Tierra Prometida “en vida”, pero pidió ser enterrado allí. Antes de morir, Jacob pidió a sus hijos que lo llevaran allá para ser enterrado en la cueva de Macpela, donde descansaban sus padres.
(Génesis 49:29-32)  Después les ordenó y les dijo: Voy a ser reunido a mi pueblo; sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón hitita,  (30)  en la cueva que está en el campo de Macpela, que está frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual Abraham compró juntamente con el campo de Efrón hitita, para posesión de una sepultura.  (31)  Allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara; allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lea.  (32)  El campo y la cueva que hay en él, fueron comprados de los hijos de Het. 

Luego de bendecir a sus hijos y encargarles ser enterrado en la Tierra Prometida, Jacob expiró.
(Génesis 49:33)  Cuando Jacob terminó de encargar estas cosas a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue reunido a su pueblo.

No murió sino hasta haber cumplido su propósito.


LUTO
José lloró por la muerte de su padre.  Lo curioso es que no se mencione a sus hermanos.
(Génesis 50:1)  José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. 

Tal vez se menciona sólo a José porque él estaba llorando también de agradecimiento a Dios por haberle dado la oportunidad de ver a su padre antes de morir, y recuperar el tiempo que dejó de verlo mientras estuvo como esclavo.  

Como José era gobernador de Egipto, él siguió la costumbre de los egipcios de embalsamar a los muertos, lo cual toma tiempo. 
(Génesis 50:2-3) Y ordenó José a sus siervos médicos que embalsamaran a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.  (3)  Y se requerían cuarenta días para ello, porque este es el tiempo requerido para el embalsamamiento. Y los egipcios lo lloraron setenta días. 

El proceso de embalsamamiento consistía en infundir una gran cantidad de sustancias resinosas en las cavidades del cuerpo.  Pero antes de eso, se extraían todas las entrañas.  Ya relleno el cuerpo del bálsamo, se sometía a una temperatura alta regulada para secarlo.  Este proceso tomaba aproximadamente treinta días, luego de lo cual se tomaban otros cuarenta días para ungir el cuerpo con especies.  Esta operación dejaba el cuerpo curado.  Luego se lavaba y era enrollado con tiras de lino, y las orillas eran selladas con goma.  Después el cuerpo era depositado en un ataúd de madera diseñado con forma humana. 

PERMISO PARA ENTERRARLO
Cuando el cuerpo de Jacob estuvo embalsamado, José pidió autorización al Faraón para que le permitieran enterrar a su padre en la Tierra Prometida, para cumplir la solicitud de Jacob. 
(Génesis 50:4-5)  Y cuando pasaron los días de luto por él, habló José a la casa de Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia ante vuestros ojos, os ruego que habléis a Faraón, diciendo: (5)  "Mi padre me hizo jurar, diciendo: 'He aquí, voy a morir; en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás.' Ahora pues, te ruego que me permitas ir a sepultar a mi padre, y luego volveré." 

Faraón accedió a la petición…
(Génesis 50:6-9)  Y Faraón dijo: Sube y sepulta a tu padre como él te hizo jurar.  (7)  Entonces José subió a sepultar a su padre, y con él subieron todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto,  (8)  y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; sólo dejaron a sus pequeños, sus ovejas y sus vacas en la tierra de Gosén.  (9)  Subieron también con él carros y jinetes; y era un cortejo muy grande. 

Por respeto a los egipcios, José cumplió con la costumbre del país.  Pero cuando llegó a la Tierra Prometida, él cumplió con la costumbre del pueblo de Dios, guardando duelo por siete días (el cual se conoce como “Sheva”).
(Génesis 50:10)  Cuando llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí duelo con una grande y dolorosa lamentación; y José guardó siete días de duelo por su padre. 

La procesión que acompañaba el ataúd de Jacob debió ser imponente.  Cuando los cananeos vieron venir tal cortejo, se admiraron, y pensaron que debía ser una persona muy importante.
(Génesis 50:11)  Y cuando los habitantes de la tierra, los cananeos, vieron el duelo de la era de Atad, dijeron: Este es un duelo doloroso de los egipcios. Por eso llamaron al lugar Abel-mizraim, el cual está al otro lado del Jordán. 

Atad estaba al este del Jordán, lo cual implica que el cortejo fúnebre tomó el camino más largo, posiblemente para evitar conflictos políticos.   La ruta más corta hubiera sido a través del territorio de los filisteos. 

Algunos comentaristas dicen que los egipcios que acompañaban a José se detuvieron allí y no entraran a Canaán, para evitar que creyeran que los egipcios estaban “invadiendo” la región.  Entre el cortejo fúnebre iba gente importante de la sociedad egipcia (50:6-9).

SEPULTADO EN MACPELA
Todos los hijos de Jacob fueron a sepultar a su padre en Canaán, así cumpliendo su último deseo.
(Génesis 50:12-13)  Sus hijos, pues, hicieron con él tal como les había mandado;  (13)  pues sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mamre, la cual Abraham había comprado de Efrón hitita, junto con el campo para posesión de una sepultura. 

Estando en la Tierra Prometida, alguno de los hijos de Jacob pudo haber tenido la tentación de quedarse en la tierra donde crecieron…pero nadie lo hizo.  Todos regresaron a Egipto.
(Génesis 50:14)  Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que habían subido con él para sepultar a su padre. 

Ya muerto Jacob, los hermanos volvieron a tener miedo de José, pensando que ahora él se vengaría de todo lo que le habían hecho sufrir.  Ellos seguían con ese cargo de conciencia.
(Génesis 50:15-18)  Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: Quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos.  (16)  Entonces enviaron un mensaje a José, diciendo: Tu padre mandó antes de morir, diciendo: (17)  "Así diréis a José: 'Te ruego que perdones la maldad de tus hermanos y su pecado, porque ellos te trataron mal.'" Y ahora, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró cuando le hablaron.  (18)  Entonces sus hermanos vinieron también y se postraron delante de él, y dijeron: He aquí, somos tus siervos. 

Pero no habría razón para temer, pues José ya los había perdonado.  Tal vez el problema es que ellos no se habían perdonado a sí mismos.  

José no les iba a “cobrar” nada a sus hermanos porque ya los había perdonado.  Además, él había apreciado el plan de Dios en todo lo que había pasado.  José sabía que Dios había permitido todo para un buen propósito. 
(Génesis 50:19-20)  Pero José les dijo: No temáis, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?  (20)  Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente. 

Dios usa todo para bien.
(Romanos 8:28)  Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.

José se comportó como un verdadero primogénito y patriarca de la familia. El les aseguró que a sus hermanos que él velaría por ellos .
(Génesis 50:21)  Ahora pues, no temáis; yo proveeré para vosotros y para vuestros hijos. Y los consoló y les habló cariñosamente. 

¡Qué gran ejemplo de perdón, amor, conocimiento de Dios y buen liderazgo!


MUERTE DE JOSÉ
José vivió 110 años.  Pero antes de su muerte instruyó a los israelitas que cuando salieran de Egipto se llevaran sus huesos a la Tierra Prometida.
(Génesis 50:22-26)  Y José se quedó en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.  (23)  Y vio José la tercera generación de los hijos de Efraín; también los hijos de Maquir, hijo de Manasés, nacieron sobre las rodillas de José.  (24)  Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os cuidará y os hará subir de esta tierra a la tierra que El prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob.  (25)  Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os cuidará, y llevaréis mis huesos de aquí.  (26)  Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto.

Como servidor público del más alto rango, José fue embalsamado y enterrado en Egipto.  Aún así, José no estaba aferrado a Egipto.  La realidad es que él nunca perdió de vista el pacto que Dios hizo con Abraham, Isaac y Jacob.  El sabía que Dios cumpliría Su Palabra.  Por eso hizo jurar a su familia que no saldrían de Egipto sin llevarse sus huesos, cuando regresaran a la Tierra Prometida.
(Hebreos 11:22)  Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio instrucciones acerca de sus huesos.
Efectivamente así sucedió.  Cuando los israelitas salieron de Egipto, se llevaron sus huesos.  No los llevaron a Hebrón, donde estaban sepultados los patriarcas; más bien, fueron sepultados en Siquem, en otra propiedad que había comprado Jacob, la cual quedaba localizada en el territorio asignado a una de las tribus de los hijos de José.  
(Josué 24:32)  Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquem, en la parcela de campo que Jacob había comprado a los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien monedas de plata; y pasaron a ser posesión de los hijos de José.

CON OJOS ESPIRITUALES
Jacob había recibido la promesa que Dios le daría la tierra a su descendencia; sin embargo, sus ojos naturales no vieron el cumplimiento.  Él no regresó a la Tierra Prometida luego de ir a Egipto; no obstante, Jacob sí pudo ver el cumplimiento de la promesa divina con sus ojos espirituales.  Jacob tuvo la misma fe que Abraham.   
(Hebreos 11:8-10)  Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba.  (9)  Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa,  (10)  porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

(Hebreos 11:13-16)  Todos éstos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.  (14)  Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia.  (15)  Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver.  (16)  Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

Ni Abraham, ni Isaac, ni Jacob, ni José vieron con sus ojos físicos el cumplimiento de las promesas de Dios…pero sí lo vieron con sus ojos espirituales. 
(Hebreos 11:20-22)  Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú, aun respecto a cosas futuras.  (21)  Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose sobre el extremo de su bastón.  (22)  Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio instrucciones acerca de sus huesos.

¡Aprendamos de esta fe!




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