domingo, 16 de agosto de 2020

DANIEL 9:20-27. Revelación de las 70 Semanas

 

DANIEL 9:20-27. Revelación de las 70 Semanas



En la entrada anterior, vimos que Daniel hizo ayuno y oración como intercesión por el pueblo de Israel. Él se dio cuenta que el tiempo determinado para el cautiverio ya estaba por terminar, pero el pueblo debía volver sus corazones a Dios para que Él los regresara a la Tierra de Israel, tal como había profetizado Jeremías (Jer. 29:10-14).

 

Daniel estaba cerrando su oración de arrepentimiento e intercesión, cuando se le apareció un ángel especial:

 (Daniel 9:20-21) Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.

 

La hora del sacrificio de la tarde son las 3 pm, la hora en que se ofrecía el segundo cordero como sacrificio continuo (heb. Korban Tamid). Este sacrificio es simbólico del Cordero de Dios, Jesús el Mesías (heb. Yeshua HaMashiaj), quien entregó su espíritu precisamente a esa hora cuando murió en la cruz en propiciación por nuestros pecados (Marcos 15:33-37).

 

ENTENDIMIENTO

A lo largo del libro de Daniel, vemos que él siempre buscó sabiduría y entendimiento (Dan. 1:4; 1:17-20; 2:21; 5:11-14; 9:22-23; 10:1).  Pero no sólo le fue dado conocimiento del mundo, sino también sabiduría y revelación divina.

 

Daniel procuro entender la profecía de Jeremías sobre los 70 años, y le fue dado aún mayor entendimiento sobre los tiempos de Dios. El ángel Gabriel fue enviado para explicarle lo siguiente:

(Daniel 9:22-23) Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

 

REVELACIÓN DE LAS 70 SEMANAS

Tal vez Daniel estaba pensando sólo en los 70 años de cautiverio en Babilonia, pero Dios le abrió una ventana más grande a su siervo amado, ya que le dio la revelación de los tiempos determinados para la restauración de Dios, que contemplaba la primera y la segunda venida del Mesías.

(Daniel 9:24) Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

 

Esto es lo que se conoce como “las 70 Semanas de Daniel” (heb. Sheviim Shevuim). Pero debemos aclarar que la medida de tiempo traducida como “semana”, no se trata de las semanas comunes de 7 días (heb. Shavuot), sino “semana de años” (heb. Shevuim), es decir, 7 años. Para entenderlo con medidas modernas, se refiere a 490 años (70 shevuim x 7 años = 490 años).

 

Esas 70 semanas proféticas marcan el tiempo que Dios determinó en su agenda divina en relación con el pueblo de Dios y Jerusalén. ¿Tiempo para qué?... lo dice el texto:

·      Terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad;

·      Traer justicia perdurable;

·      Sellar la visión y la profecía;

·      Ungir al Santo de los santos.

 

En resumen, ese tiempo marca el cumplimiento y cierre de toda la profecía bíblica, desde Génesis hasta Apocalipsis. Lo que fue perdido en el Jardín del Edén tras el pecado del hombre, será completamente restaurado para ese tiempo. Será el perdón final, conectado con la segunda venida de Jesús y el mensaje del Día de Expiación (ver estudio: Significado espiritual de Yom Kipur).

http://citadivina.blogspot.com/2014/10/yom-kipur-significado-espiritual.html

 

Esta obra de redención y restauración será hecha por el Mesías, que se menciona en los siguientes versículos:

 (Daniel 9:25-26) Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

 

Aquí le fue revelado a Daniel el margen del tiempo, en términos de nuestra historia. El conteo de las “70 Semanas” comienza con la orden para “restaurar y edificar Jerusalén”. 69 semanas nos llevan a la aparición del Mesías Príncipe a la escena, que en términos de años son 483 (7 + 62 = 69; 69 Shevuim x 7 años = 483 años)

[Nota: Un dato interesante es que estos son los únicos versículos del Antiguo Testamento donde se menciona explícitamente la palabra “Mesías” (heb. Mashiaj). Hay muchas referencias mesiánicas, pero no tan directas como en Daniel (cap. 9:25-26).]

 

FECHAS DE DECRETOS

Estudiosos de la Biblia y de la historia han identificado tres posibilidades para el inicio del conteo:

(Nota: Las fechas con aproximadas ya que es difícil señalar con exactitud los años en tiempos antiguos. Por lo demás, debo aclarar que para los siguientes cálculos fue tomado en cuenta el calendario hebreo, que está basado en meses lunares. Este es similar al calendario babilónico, que era el otro que Daniel usaba cuando recibió la profecía).

 

1.    CIRO (536 a.C.)

Ciro emitió un decreto para autorizar el retorno de los judíos a Judá y financió la reconstrucción del Templo en Jerusalén (Esdras 1). Regresó la primera oleada de judíos a la Tierra de Israel, liderados por Zorobabel y el sumo sacerdote Josué. Comenzaron la construcción del Templo, pero se frenó a causa de la oposición de los enemigos.

 

2.    DARÍO I (520 a.C.)

Darío emitió otro decreto para permitir la reconstrucción del Templo, luego que se detuvo por siete años. Luego de este decreto, se logró terminar el Templo. Sin embargo, la ciudad de Jerusalén todavía no había sido reconstruida porque las murallas estaban en ruinas (Nehemías 1).

 

3.    ARTAJERJES (445 a.C.)

Finalmente, Artajerjes mandó a que la ciudad fuera reconstruida, y también que los judíos pudieran volver a gobernarse a sí mismos. El rey autorizó a Nehemías para dirigir la reconstrucción de Jerusalén y sus muros (Nehemías 2:5-9).

 

Unos estudiosos de la Biblia hicieron cálculos, y a la fecha de este decreto le añadieron 483 años hebreos (7 + 62 semanas de años), y el resultado nos lleva al año 32 d.C, que bien puede ser el año en que Jesús murió. Según estos cálculos, la profecía de Daniel se cumplió como está escrito:

(Daniel 9:26) Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

 

Una generación después de la muerte de Jesús, en el año 70 d.C., el general romano Tito (que luego se convirtió en emperador) llevó a su ejército a destruir la ciudad de Jerusalén y el Templo, como reacción a la Revuelta (liderada por los celotes). Posteriormente, la caída de Roma fue por una invasión (“inundación”) de hordas de bárbaros del norte de Europa, haciendo caer al gran imperio que se había debilitado por corrupción a todo nivel.

 

OTRA SEMANA

El versículo final habla de la última semana de las 70 Semanas de años, que marca los últimos siete años de la era del hombre.

(Daniel 9:27) Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

 

 

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viernes, 31 de julio de 2020

DANIEL 9:1-19. 70 años y Oración de Daniel



En el estudio de Daniel, hemos leído cómo imperios cambian, y cómo reinos suben y caen, pero algo que queda claro a lo largo del libro es que Jehová, Dios de Israel, está en control de todo (Daniel 2:21).

 

Daniel logró sobrevivir el cambio de imperios. El fue testigo del ascenso y la caída del imperio de Babilonia, y luego del ascenso del imperio Medo-Persa.

(Daniel 9:1) En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos.

 

Como ya vimos, Daniel no sólo fue testigo de la historia sino también fue un protagonista principal, siendo gobernador tanto de Babilonia como gobernador general para los medo-persas. Daniel entendía muy bien el funcionamiento de los reinos en su tiempo; y el Señor también le dio la gracia de recibir la revelación sobre los reinos que vendrán después de su vida (que para nosotros es historia, pero que para él era profecía).

 

TIEMPOS PROFÉTICOS

Luego que Babilonia cayó, Daniel mostró aún más interés por las profecías de Israel, ya que el tiempo del cumplimiento estaba cerca. Cuando Darío subió al poder, Daniel se dio cuenta que el tiempo que Jeremías había profetizado sobre el cautiverio de Judá en Babilonia estaba acabando.

(Daniel 9:2) en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.

 

La profecía de Jeremías se encuentra en los siguientes versículos:

(Jeremías 25:11-14) Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones. Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos.

 

El cambio de imperio podría representar un cambio para el pueblo de Dios, ya que estaba llegando el tiempo de su liberación.

 

DOS OPCIONES

La pregunta es: ¿a partir de cuando se comienzan a contar los 70 años?

Con la ventaja de la retrospectiva, podemos contemplar dos opciones (aproximadas, porque es difícil determinar los años exactos):

 

1. Desde el primer cautiverio (605 a.C.) …hasta la reconstrucción del fundamento del Templo (536 a.C.)—aprox. 69 años.

 

2. Desde la destrucción de Templo (586 a.C.) …hasta el tiempo en que fue reconstruido (515 a.C.)—aprox. 71 años.

 

LA RAZÓN DE LOS 70 AÑOS

Dios determinó que el tiempo de cautiverio sería de 70 años. La razón está explicada en el libro de Crónicas:

(2 Crónicas 36:28-21) Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

 

La palabra de Jeremías se refiere al reposo de la tierra (hebreo, Shmita): Dios instruyó que en Israel la tierra debía reposar de sus cultivos cada siete años (Lev. 25:4-6; Lev. 26:34-35). Pero por 490 años los israelitas no guardaron ese mandamiento. Y cuando llegó al colmo la maldad de Judá, Dios determinó que 70 años debían pagar en cautiverio (un año por cada año sabático al que faltaron), tal como dice Levítico:

(Levítico 26:43) Porque la tierra será abandonada por ellos, y gozará de sus días de reposo mientras quede desolada con su ausencia. Entretanto, ellos pagarán su iniquidad, porque despreciaron mis ordenanzas y su alma aborreció mis estatutos.

 

Así como Jeremías profetizó el castigo de Judá, también habló de la restauración que Dios haría con ellos, porque grande es su misericordia:

(Jeremías 29:10-14) Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.

 

ORACIÓN DE DANIEL

Sabiendo que el tiempo determinado por Dios (70 años) estaba por cumplirse, Daniel se dispuso a buscar al Señor en nombre de todo el pueblo judío, como un intercesor y mediador. Daniel sabía que, si buscaba al Señor de todo corazón, Él haría volver a Su Pueblo de la cautividad, tal como lo profetizó Jeremías (Jer. 29:13-14). Pero en el corazón del pueblo debía haber genuino arrepentimiento, que los lleva en el camino hacia la rectificación (hebreo: Tikun).

 

Daniel se puso a la brecha, no sólo pidiendo por la salvación del pueblo, sino haciendo confesión de los pecados del pueblo, ya que esta fue la causa que los llevó al cautiverio. En su oración, Daniel siguió los pasos de un genuino arrepentimiento:

 

a. Reconoce la relación de pacto que el pueblo tiene con Él.

(Daniel 9:3-4) Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos.

 

b. Confiesa el pecado o la falta.

(Daniel 9:5-11) Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.

 

c. Reconoce las consecuencias del pecado como justicia de Dios.

(Daniel 9:12-15) Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.

 

d. Pide gracia y misericordia, para la gloria de Dios.

(Daniel 9:16-19) Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

 

 

En la próxima entrada, veremos cuál fue la respuesta del Cielo a la oración de Daniel…

 

 

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martes, 21 de julio de 2020

Daniel 8:15-27. Intérpretación del Ángel Gabriel

Cuando Daniel recibió la visión del capítulo 8, le fue difícil comprenderla. Pero Dios le envió ayuda en la forma de un “intérprete celestial”:
(Daniel 8:15-16) Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre. Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.

Dios no envió a cualquier ángel a explicar la visión a Daniel. El ángel que llegó fue Gabriel, que la Biblia reconoce como uno de los ángeles más cercanos a Dios (Lucas 1:19). Según la tradición, Gabriel es un ángel defensor de Israel, junto con Miguel. En la Biblia, Gabriel aparece en momentos de transición y antes de la llegada del Mesías. Fue Gabriel quien anunció el nacimiento de Juan el Bautista (Luc. 1:10-20) y el nacimiento de Jesús (Luc. 1:26-38).

Este ángel especial fue enviado a Daniel para explicarle esta visión, y le señaló que era para los tiempos del fin.
(Daniel 8:17-19) Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin. Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie. Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.

Daniel se quedó sin entender porque la visión no era para sus días sino que para el tiempo del fin. Fue tan fuerte la experiencia que Daniel quedó indispuesto por varios días.
(Daniel 8:27) Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.

PARALELOS EN LA BIBLIA
Antes de pasar al siguiente capítulo del libro de Daniel, quiero que regresemos a leer los versículos 10 al 12, ya que quiero resaltar unos paralelos muy interesantes con otras escrituras bíblicas…

En la descripción del cuerno pequeño, Daniel dice lo siguiente:
(Daniel 8:10-11a) Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos…

Estos versículos me llamaron mucho la atención, porque me recordaron a la descripción que Isaías hace de Lucifer:
(Isaías 14:12-15) ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Pero tú derribado serás hasta el infierno, a los lados del abismo.

El anticristo sigue el patrón exacto de Satanás, que se levanta en contra de Dios, queriendo tomar su lugar. Hace guerra en los cielos, pero será derrotado al final, hasta el abismo mismo.

Otro detalle curioso es que, en la descripción de Lucifer en Isaías 11, dice que está cubierto de gusanos.
(Isaías 14:11) Descendió al sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.

De forma similar, cuando Antíoco IV se levantó contra el pueblo de Dios para acabarlo, el Señor lo frenó de forma abrupta, y lo enfermó al punto que gusanos se lo estaban comiendo vivo. La descripción de esto se encuentra en el segundo libro de los macabeos:
(2 Macabeos 9:4-12) Pero el juicio de Dios lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había dicho: “Cuando llegue a Jerusalén, convertiré la ciudad en cementerio de los judíos”. 5 Pero el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: apenas había dicho estas palabras, le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. 6 Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás. 7 A pesar de todo, Antíoco no abandonó en absoluto su arrogancia; lleno de orgullo y respirando llamas de odio contra los judíos, ordenó acelerar el viaje. Pero cayó del carro, que corría estrepitosamente, y en su aparatosa caída se le dislocaron todos los miembros del cuerpo. 8 Así, el que hasta hacía poco, en su arrogancia sobrehumana, se imaginaba poder dar órdenes a las olas del mar y, como Dios, pesar las más altas montañas, cayó derribado al suelo y tuvo que ser llevado en una camilla, haciendo ver claramente a todos el poder de Dios. 9 Los ojos del impío hervían de gusanos, y aún con vida, en medio de horribles dolores, la carne se le caía a pedazos; el cuerpo empezó a pudrírsele, y era tal su mal olor, que el ejército no podía soportarlo. 10 Tan inaguantable era la hediondez, que nadie podía transportar al que poco antes pensaba poder alcanzar los astros del cielo. 11 Entonces, todo malherido, bajo el castigo divino que por momentos se hacía más doloroso, comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón. 12 Y como ni él mismo podía soportar su propio mal olor, exclamó: “Es justo someterse a Dios y, siendo mortal, no pretender ser igual a él”.
(2 Macabeos 9:28) Así pues, este asesino, que injuriaba a Dios, terminó su vida con una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio de atroces sufrimientos, como los que él había hecho sufrir a otros. 

No es casualidad que lo mismo le sucedió a Herodes cuando él quiso hacerse pasar como dios, en el tiempo de los apóstoles.
(Hechos 12:21-23) Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en su trono, y les arengó. Y el pueblo aclamaba, diciendo: ¡Voz de un dios, y no de hombre! Y al instante el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

Parte esencial de los reinos del hombre es que los reyes se enorgullecen tanto que llegan a proclamarse como “dios”. Lo vimos con Nabucodonosor, Antíoco, Herodes, y lo mismo hicieron varios emperadores romanos (Octavio, Julio César). Lo mismo se repetirá con el anticristo en los tiempos finales.

En la próxima entrada comenzaremos a estudiar el capítulo 9…


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martes, 14 de julio de 2020

Daniel 8:9-14. El Cuerno Pequeño y la Abominación Desoladora

Luego del carnero y el macho cabrío, la visión de Daniel se enfocó en “un cuerno pequeño”, que era un reino que se extendió hasta “la tierra gloriosa” (Israel).
(Daniel 8:9) Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.

CUERNO PEQUEÑO
De los reinos helénicos, el que creció hacia Israel fue el de los seléucidas (descendientes del general Seleuco). Entre sus descendientes, se levantó un rey con mucha prepotencia. Su nombre era: Antíoco IV, y él mismo se puso el sobrenombre de “Epífanes”, que significa: dios manifiesto. El quería que la gente lo reconociera como un dios. Esto es el cumplimiento de lo que Daniel describe de su visión:
(Daniel 8:10-11) Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.

ABOMINACIÓN DESOLADORA
Con respecto al Templo de Dios en Jerusalén, Antíoco envió a su ejército para tomar control del santuario y lo profanó, poniendo adentro estatuas de Zeus y sacrificando cerdos en el Altar del Holocausto. Esto es lo que se conoce como la “abominación desoladora”, es decir, la profanación del Templo que llevó a que se detuvieran los sacrificios continuos (hebreo, Korban Tamid), que era un holocausto que se ofrecía todos los días, dos veces al día (en la mañana, a las 9 am, y en la tarde, a las 3 pm).

MENCIÓN DE JESÚS
Jesús dijo que la “abominación desoladora” iba a volver a pasar en un futuro, relacionado con su segunda venida.
(Mateo 24:15) Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda)…
(Mateo 24:21) …porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.

En la Biblia hay muchas profecías que tienen cumplimiento doble, y esta del “cuerno pequeño” evidentemente lo es, ya que cuando Jesús habló estas palabras, ya había sucedido lo de Antíoco, pero él estaba hablando de un evento en el futuro.

También se dio una especie de “abominación desoladora” cuando los romanos destruyeron el Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. Posteriormente los romanos pusieron un templo de Júpiter en el lugar donde estuvo el Templo de Dios. Esto podría tomarse como el cumplimiento de lo que anunció Jesús; sin embargo, el Señor lo vinculó con su segunda venida y la gran tribulación. Por lo tanto, sabemos que la abominación que se dio en tiempos de Antíoco IV y de los romanos fueron solamente “sombra” de lo que vendrá al final de los tiempos, siendo Antíoco una figura del anticristo.

REY ALTIVO
Cuando el ángel dio la interpretación a Daniel, dio más detalles acerca del “cuerno pequeño”:
(Daniel 8:23-25) Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas. Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana. 

En tiempos de Antíoco IV, este rey fue en contra del pueblo de Dios, no sólo militarmente, sino ideológicamente. Luego de tomar el control militar y político, el rey procedió a prohibir ciertos principios básicos de la fe de los judíos, con el fin de helenizar al pueblo de Israel:

1.    Prohibió el estudio de la Biblia;
2.    Canceló el día de reposo (heb. Shabat);
3.    Cambió los tiempos, obligando dejar el calendario hebreo y las fiestas bíblicas;
4.    Prohibió la circuncisión;
5.    Violó la santidad del matrimonio, obligando a las novias a pasar la primera noche con un militar griego.

Este mismo patrón y la profecía de Daniel se volverá a cumplir en los últimos días. Pero en ese tiempo, el rey altivo será conocido como “anticristo”. Se le llama así porque se levantará en contra del “Príncipe de príncipes” (el Cristo o Mesías), y hará guerra contra el pueblo de Dios en los últimos días.

PROSPERÓ
Al hablar del cuerno pequeño, figura del anticristo, Daniel dice que a este rey se le va a dar libertad para vencer al pueblo de Dios.
(Daniel 8:12) Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.

Podemos preguntarnos: ¿Por qué Dios permitiría que este enemigo prosperara? La respuesta la encontramos al principio del versículo: por el pecado (heb. Pesha: transgresión, rebelión). La iniquidad del pueblo le dio el derecho al enemigo de vencerlos.

¿HASTA CUÁNDO?
En la visión se revela la duración del tiempo de esta profanación:
(Daniel 8:13-14) Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.

Los reinos del hombre, incluyendo al anticristo, tienen un tiempo limitado; tienen fecha de caducidad determinado por Dios.

En la próxima entrada hablaremos sobre el ángel que le dio a la interpretación a Daniel, y también veremos otros paralelos sorprendentes en la Biblia…


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martes, 7 de julio de 2020

DANIEL 8:1-8. Visión del carnero y macho cabrío


Dos años después que Daniel tuviera el sueño de las cuatro bestias (cap. 7), él volvió a tener otra visión:
(Daniel 8:1) En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.

Ya era el tercer año del reinado de Belsasar (el último rey de Babilonia). En esa ocasión, Daniel no estaba en Babilonia, sino en Susa, donde se cree que estaba localizado el palacio de invierno.
(Daniel 8:2) Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.

VISION DEL CARNERO
Esto es lo que vio Daniel en su visión profética:
(Daniel 8:3) Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después.

En el capítulo anterior aprendimos que los cuernos representan reyes. Daniel no tuvo que adivinar lo que representaba el carnero, ya que un ángel se lo reveló: el imperio Medo-Persa, formado por dos reinos (“cuernos”): Media y Persia, siendo el segundo más poderoso que el primero.
(Daniel 8:20) En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.

Tal como vio Daniel en su visión, eventualmente el imperio Medo-Persa se extendió hacia el norte, sur y oeste. Llegaron a derrotar al imperio babilónico, y nada parecía detenerlos.
(Daniel 8:4) Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.

APARECE UN MACHO CABRÍO
Aunque el carnero parecía invencible, en la visión apareció otra figura que logró derribar al poderoso carnero:
(Daniel 8:5-7) Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos. Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza. Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder.

El ángel le explicó a Daniel que el macho cabrío representaba Grecia (Dan. 8:21).  Eso fue algo que Daniel ya no pudo atestiguar en su vida, pero efectivamente se cumplió la profecía, ya que un tiempo después se levantó Alejandro Magno, de Macedonia y Grecia, quien logró derrotar al gran imperio persa.

También se cumplió al pie de la letra la siguiente parte de la profecía, que anunciaba el fin de Alejandro y la división de su reino helénico.
(Daniel 8:8) Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.

Estando en la cúspide del poder, Alejandro murió a los 32 años en Babilonia, a causa de una extraña enfermedad. Dado que no tenía herederos, su imperio se dividió entre sus cuatro generales, formándose cuatro reinos (los 4 cuernos del macho cabrío):

a.    Seleuco (Siria e Israel)
b.    Ptolomeo (Egipto)
c.     Casandro (Grecia y Macedonia)
d.    Lisímaco (Tracia y Asia Menor)

Esta interpretación la dio el mismo ángel que apareció en la visión de Daniel:
(Daniel 8:21-22) El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él.

En la próxima entrada leeremos sobre un cuerno pequeño que saldrá del macho cabrío..


Lección anterior: Daniel 7:19-26
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martes, 30 de junio de 2020

Daniel 7:19-26. Más sobre la Cuarta Bestia

En el sueño que Daniel tuvo de las cuatro bestias, la que más le intrigó fue la última:
(Daniel 7:19) Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies.

Daniel compara las otras bestias con animales, pero esta última queda sin comparación, describiéndola como “espantosa en gran manera”, y muy destructiva.
(Daniel 7:23) Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.


DIEZ CUERNOS
La descripción de Daniel luego se centra en la cabeza: con diez cuernos, y uno extra que sale después.
(Daniel 7:20) asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros.

Más adelante, Daniel recibe la revelación de lo que representan estos cuernos:
(Daniel 7:24) Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.

Unos versículos atrás leemos otros detalles del cuerno extra, que se describe como “pequeño”, pero es más fuerte.
(Daniel 7:8) Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.

En la visión, Daniel vio que la cuarta bestia va a ser destrozada y quemada, pero va a sobrevivirla el cuerno pequeño.
(Daniel 7:11) Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.

Aunque este cuerno es pequeño, se describe con una boca grande, la cual será usada para pelear en contra de Dios y de los santos.
(Daniel 7:25) Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.

Ya vimos que los cuernos representan reyes (o líderes nacionales), por lo tanto “el cuerno pequeño” será un líder o gobernante, cuyo dominio durará 3 ½ tiempos (o años). Ese líder es conocido como “el anticristo”.

En Apocalipsis se confirma lo que Daniel describe: el apóstol Juan recibió una visión similar de los últimos tiempos; él también vio a la última bestia, y al líder de la boca grande.
(Apocalipsis 13:5-7) También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

GUERRA CONTRA DIOS Y LOS SANTOS
Tanto Juan como Daniel recibieron la revelación en sus visiones de la guerra que el anticristo hará en contra de los hijos de Dios. Y contrario a lo que podríamos suponer, Dios le va a permitir al enemigo vencer—pero sólo por el tiempo determinado por Dios para sus propósitos eternos.
(Daniel 7:21) Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.

A lo largo del libro de Daniel, vemos repetido el mensaje que Dios está en control. Aunque el Señor permita que los enemigos tengan triunfos temporales, al final se hace claro que Dios es Soberano, y que Él es quien determina lo que acontecerá.

Al final, Dios va a juzgar a todos, y el dominio que fue cedido a los enemigos cesará, porque el poder y la autoridad le será dada a quien le pertenece: al Mesías y a Su Pueblo.
(Daniel 7:26-27) Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.

Aunque la visión tiene un buen final para el pueblo de Dios, esto no resta lo terrible del proceso. Por eso, Daniel se quedó turbado por la visión.
(Daniel 7:28) Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.

Es muy humano preocuparse por las imágenes fuertes de los últimos tiempos. Pero no debemos dejarnos infectar por el miedo, ya que el propósito de Dios al revelar lo que va a ocurrir es todo lo contrario: es advertirnos para que estemos preparados, y para que permanezcamos fieles hasta el final, sabiendo que todo está en control del Todopoderoso, y que todo será para bien.
(Apocalipsis 13:10) “…Aquí está la paciencia y la fe de los santos.”

(Apocalipsis 14:12) Aquí está la perseverancia de los santos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.


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