DANIEL 9:20-27. Revelación de las 70 Semanas
En la entrada anterior, vimos que Daniel hizo ayuno y oración como intercesión por el pueblo de Israel. Él se dio cuenta que el tiempo determinado para el cautiverio ya estaba por terminar, pero el pueblo debía volver sus corazones a Dios para que Él los regresara a la Tierra de Israel, tal como había profetizado Jeremías (Jer. 29:10-14).
Daniel estaba cerrando su oración de arrepentimiento e intercesión, cuando se le apareció un ángel especial:
(Daniel 9:20-21) Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
La hora del sacrificio de la tarde son las 3 pm, la hora en que se ofrecía el segundo cordero como sacrificio continuo (heb. Korban Tamid). Este sacrificio es simbólico del Cordero de Dios, Jesús el Mesías (heb. Yeshua HaMashiaj), quien entregó su espíritu precisamente a esa hora cuando murió en la cruz en propiciación por nuestros pecados (Marcos 15:33-37).
ENTENDIMIENTO
A lo largo del libro de Daniel, vemos que él siempre buscó sabiduría y entendimiento (Dan. 1:4; 1:17-20; 2:21; 5:11-14; 9:22-23; 10:1). Pero no sólo le fue dado conocimiento del mundo, sino también sabiduría y revelación divina.
Daniel procuro entender la profecía de Jeremías sobre los 70 años, y le fue dado aún mayor entendimiento sobre los tiempos de Dios. El ángel Gabriel fue enviado para explicarle lo siguiente:
(Daniel 9:22-23) Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
REVELACIÓN DE LAS 70 SEMANAS
Tal vez Daniel estaba pensando sólo en los 70 años de cautiverio en Babilonia, pero Dios le abrió una ventana más grande a su siervo amado, ya que le dio la revelación de los tiempos determinados para la restauración de Dios, que contemplaba la primera y la segunda venida del Mesías.
(Daniel 9:24) Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Esto es lo que se conoce como “las 70 Semanas de Daniel” (heb. Sheviim Shevuim). Pero debemos aclarar que la medida de tiempo traducida como “semana”, no se trata de las semanas comunes de 7 días (heb. Shavuot), sino “semana de años” (heb. Shevuim), es decir, 7 años. Para entenderlo con medidas modernas, se refiere a 490 años (70 shevuim x 7 años = 490 años).
Esas 70 semanas proféticas marcan el tiempo que Dios determinó en su agenda divina en relación con el pueblo de Dios y Jerusalén. ¿Tiempo para qué?... lo dice el texto:
· Terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad;
· Traer justicia perdurable;
· Sellar la visión y la profecía;
· Ungir al Santo de los santos.
En resumen, ese tiempo marca el cumplimiento y cierre de toda la profecía bíblica, desde Génesis hasta Apocalipsis. Lo que fue perdido en el Jardín del Edén tras el pecado del hombre, será completamente restaurado para ese tiempo. Será el perdón final, conectado con la segunda venida de Jesús y el mensaje del Día de Expiación (ver estudio: Significado espiritual de Yom Kipur).
http://citadivina.blogspot.com/2014/10/yom-kipur-significado-espiritual.html
Esta obra de redención y restauración será hecha por el Mesías, que se menciona en los siguientes versículos:
(Daniel 9:25-26) Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
Aquí le fue revelado a Daniel el margen del tiempo, en términos de nuestra historia. El conteo de las “70 Semanas” comienza con la orden para “restaurar y edificar Jerusalén”. 69 semanas nos llevan a la aparición del Mesías Príncipe a la escena, que en términos de años son 483 (7 + 62 = 69; 69 Shevuim x 7 años = 483 años)
[Nota: Un dato interesante es que estos son los únicos versículos del Antiguo Testamento donde se menciona explícitamente la palabra “Mesías” (heb. Mashiaj). Hay muchas referencias mesiánicas, pero no tan directas como en Daniel (cap. 9:25-26).]
FECHAS DE DECRETOS
Estudiosos de la Biblia y de la historia han identificado tres posibilidades para el inicio del conteo:
(Nota: Las fechas con aproximadas ya que es difícil señalar con exactitud los años en tiempos antiguos. Por lo demás, debo aclarar que para los siguientes cálculos fue tomado en cuenta el calendario hebreo, que está basado en meses lunares. Este es similar al calendario babilónico, que era el otro que Daniel usaba cuando recibió la profecía).
1. CIRO (536 a.C.)
Ciro emitió un decreto para autorizar el retorno de los judíos a Judá y financió la reconstrucción del Templo en Jerusalén (Esdras 1). Regresó la primera oleada de judíos a la Tierra de Israel, liderados por Zorobabel y el sumo sacerdote Josué. Comenzaron la construcción del Templo, pero se frenó a causa de la oposición de los enemigos.
2. DARÍO I (520 a.C.)
Darío emitió otro decreto para permitir la reconstrucción del Templo, luego que se detuvo por siete años. Luego de este decreto, se logró terminar el Templo. Sin embargo, la ciudad de Jerusalén todavía no había sido reconstruida porque las murallas estaban en ruinas (Nehemías 1).
3. ARTAJERJES (445 a.C.)
Finalmente, Artajerjes mandó a que la ciudad fuera reconstruida, y también que los judíos pudieran volver a gobernarse a sí mismos. El rey autorizó a Nehemías para dirigir la reconstrucción de Jerusalén y sus muros (Nehemías 2:5-9).
Unos estudiosos de la Biblia hicieron cálculos, y a la fecha de este decreto le añadieron 483 años hebreos (7 + 62 semanas de años), y el resultado nos lleva al año 32 d.C, que bien puede ser el año en que Jesús murió. Según estos cálculos, la profecía de Daniel se cumplió como está escrito:
(Daniel 9:26) Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
Una generación después de la muerte de Jesús, en el año 70 d.C., el general romano Tito (que luego se convirtió en emperador) llevó a su ejército a destruir la ciudad de Jerusalén y el Templo, como reacción a la Revuelta (liderada por los celotes). Posteriormente, la caída de Roma fue por una invasión (“inundación”) de hordas de bárbaros del norte de Europa, haciendo caer al gran imperio que se había debilitado por corrupción a todo nivel.
OTRA SEMANA
El versículo final habla de la última semana de las 70 Semanas de años, que marca los últimos siete años de la era del hombre.
(Daniel 9:27) Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
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viernes, 31 de julio de 2020
DANIEL 9:1-19. 70 años y Oración de Daniel
En el estudio de Daniel, hemos leído cómo imperios cambian, y cómo reinos suben y caen, pero algo que queda claro a lo largo del libro es que Jehová, Dios de Israel, está en control de todo (Daniel 2:21).
Daniel logró sobrevivir el cambio de imperios. El fue testigo del ascenso y la caída del imperio de Babilonia, y luego del ascenso del imperio Medo-Persa.
(Daniel 9:1) En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos.
Como ya vimos, Daniel no sólo fue testigo de la historia sino también fue un protagonista principal, siendo gobernador tanto de Babilonia como gobernador general para los medo-persas. Daniel entendía muy bien el funcionamiento de los reinos en su tiempo; y el Señor también le dio la gracia de recibir la revelación sobre los reinos que vendrán después de su vida (que para nosotros es historia, pero que para él era profecía).
TIEMPOS PROFÉTICOS
Luego que Babilonia cayó, Daniel mostró aún más interés por las profecías de Israel, ya que el tiempo del cumplimiento estaba cerca. Cuando Darío subió al poder, Daniel se dio cuenta que el tiempo que Jeremías había profetizado sobre el cautiverio de Judá en Babilonia estaba acabando.
(Daniel 9:2) en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.
La profecía de Jeremías se encuentra en los siguientes versículos:
(Jeremías 25:11-14) Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones. Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos.
El cambio de imperio podría representar un cambio para el pueblo de Dios, ya que estaba llegando el tiempo de su liberación.
DOS OPCIONES
La pregunta es: ¿a partir de cuando se comienzan a contar los 70 años?
Con la ventaja de la retrospectiva, podemos contemplar dos opciones (aproximadas, porque es difícil determinar los años exactos):
1. Desde el primer cautiverio (605 a.C.) …hasta la reconstrucción del fundamento del Templo (536 a.C.)—aprox. 69 años.
2. Desde la destrucción de Templo (586 a.C.) …hasta el tiempo en que fue reconstruido (515 a.C.)—aprox. 71 años.
LA RAZÓN DE LOS 70 AÑOS
Dios determinó que el tiempo de cautiverio sería de 70 años. La razón está explicada en el libro de Crónicas:
(2 Crónicas 36:28-21) Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia, y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los persas; para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.
La palabra de Jeremías se refiere al reposo de la tierra (hebreo, Shmita): Dios instruyó que en Israel la tierra debía reposar de sus cultivos cada siete años (Lev. 25:4-6; Lev. 26:34-35). Pero por 490 años los israelitas no guardaron ese mandamiento. Y cuando llegó al colmo la maldad de Judá, Dios determinó que 70 años debían pagar en cautiverio (un año por cada año sabático al que faltaron), tal como dice Levítico:
(Levítico 26:43) Porque la tierra será abandonada por ellos, y gozará de sus días de reposo mientras quede desolada con su ausencia. Entretanto, ellos pagarán su iniquidad, porque despreciaron mis ordenanzas y su alma aborreció mis estatutos.
Así como Jeremías profetizó el castigo de Judá, también habló de la restauración que Dios haría con ellos, porque grande es su misericordia:
(Jeremías 29:10-14) Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.
ORACIÓN DE DANIEL
Sabiendo que el tiempo determinado por Dios (70 años) estaba por cumplirse, Daniel se dispuso a buscar al Señor en nombre de todo el pueblo judío, como un intercesor y mediador. Daniel sabía que, si buscaba al Señor de todo corazón, Él haría volver a Su Pueblo de la cautividad, tal como lo profetizó Jeremías (Jer. 29:13-14). Pero en el corazón del pueblo debía haber genuino arrepentimiento, que los lleva en el camino hacia la rectificación (hebreo: Tikun).
Daniel se puso a la brecha, no sólo pidiendo por la salvación del pueblo, sino haciendo confesión de los pecados del pueblo, ya que esta fue la causa que los llevó al cautiverio. En su oración, Daniel siguió los pasos de un genuino arrepentimiento:
a. Reconoce la relación de pacto que el pueblo tiene con Él.
(Daniel 9:3-4) Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos.
b. Confiesa el pecado o la falta.
(Daniel 9:5-11) Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos.
c. Reconoce las consecuencias del pecado como justicia de Dios.
(Daniel 9:12-15) Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.
d. Pide gracia y misericordia, para la gloria de Dios.
(Daniel 9:16-19) Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
En la próxima entrada, veremos cuál fue la respuesta del Cielo a la oración de Daniel…
Lección anterior: Daniel 8:15-27
Lección siguiente: Daniel 9:20-27 (…próximamente…)
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